El otro lado de la moneda: Pragmatismo principista durante el sexenio.
En este sexenio se puede hablar de una política de doble juego, puesto que se tomó una postura externa públicamente y al mismo tiempo una postura distinta en el ámbito privado
Tal es el caso de la participación de México en los foros internacionales, en los cuales mantenía una actitud basada en sus principios tradicionales de política exterior y, en ocasiones, contraria a la posición de Washington. México se veía obligado a colaborar con Estados Unidos debido a su política, en ámbitos de seguridad y economía este estaba atado al vecino del norte.
En la práctica y por debajo de la mesa, el gobierno priista mantenía una estrecha colaboración, pero debido a el contexto de la Guerra Fría eran cuestiones que no se discutían en los medios de comunicación. Por un lado, ante el público se rechaza el intervencionismo estadounidense, pero se colaboraba abiertamente en privado.
Por un lado las administraciones priistas tuvieron muchos tintes de este tipo de política exterior, por un lado sus discursos hablaban de normatividad, nacionalismo y un altermundismo, pero en la práctica México se tuvo que alinear a los intereses de Estados Unidos.
Si bien ya se ha mencionado el caso cubano, esto nos permite observar las realidades que México necesitaba proyectar al exterior, por un lado con el discurso lograba tener un cierto grado de autonomía ante la potencia del Norte y por otra parte para evitar la incursión de guerrillas en México específicamente grupos subversivos cubanos, el mensaje era claramente el de no entrometerse en los asuntos políticos e ideológicos internos de México.
Un ejemplo de ello fue el caso hacia Cuba luego que la Revolución encabezada por Fidel Castro llegara al poder.
México adopta públicamente una política de defensa hacia la isla y hacia el régimen
castrista.
En las votaciones de las reuniones de la OEA de 1962 y 1964, México proyectó una solidaridad hacia Cuba mostrándose en contra de las propuestas de Estados
Unidos para su expulsión de la organización y para romper relaciones diplomáticas.
El recurso del gobierno mexicano que tenía para justificar esas votaciones eran sus principios de política exterior, pero la realidad era que esas acciones tenían un tinte altamente pragmático.
Las razones por las que el gobierno mexicano adoptaba esas decisiones eran para satisfacer a los diversos grupos nacionalistas al interior del sistema político, ya que generaba consensos internos y al mismo tiempo permitía al PRI un mayor control de la situación política.
Otra razón fue que el utilizar esa política para demostrar, un cierto grado de autonomía frente a Estados Unidos, lo cual funcionaba para propósitos internos puesto que los mexicanos estaban a favor de una política de no alineación hacia Estados Unidos.
Una razón más fue que la defensa de no intervención a Cuba se utilizó como un mensaje a otras naciones: “No se metan en Cuba para que no se metan conmigo”.
Por último, dicho apoyo mexicano era para inocularse de una posible intervención cubana en México.
México buscaba, a toda costa, evitar darle a Castro pretextos para financiar a grupos subversivos mexicanos.
Otro ejemplo de este tipo de política se da en el sexenio de Adolfo Lopez Mateos donde Estados Unidos con ayuda del PRI pudo espiar a los diplomáticos cubanos en territorio mexicano, la isla de Cozumel también se ofreció como base aérea en los momentos más tensos de la crisis de los misiles y el caso más extraordinario el hecho de que México apoyo con combustible a Estados Unidos para la invasión de la Bahía de Cochinos (1961).
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